domingo, 13 de abril de 2014

DULCES NAVIDEÑOS.

¡No! Por favor, más dulces ¡no!

Por más que decimos a nuestros familiares, que no queremos dulces, ellos ni caso. Yo sé porque lo hacen, no por endulzarnos la vida, que no, yo sé que no, o porque ellos sean tan caritativos y no quieran que gastemos dinero, que no, que yo se que no. Es porque ellos ¡no quieren  engordar! Nadie puede resistirse a un dulce en esta época pre navideña y luego, pasa lo que pasa. 
Y claro, te los mandan a ti, que saben que tu no tiras nada, pues has pasado una posguerra y lo tienes grabado a fuego.

Pero este no es el tema del que hoy me proponía escribir, mi tema está en los dulces que nos sobran de la Navidad.

 Unas veces los tenemos pululando por la cocina, otras por el comedor, otras por el cuarto de estar. Colocados en la preciosa fuentecita que solo utilizas una vez al año y siempre para estos dichosos dulces. Los has cortado y situado primorosamente, aquí los de chocolate, allí las figuritas de mazapán, al lado los turrones blandos para las personas mayores, cerca los duros y haciendo contraste los de guirlache. Nadie los prueba, estarán en el precioso plato días y días. ¿Que pasa? Que tu que no tiras nada, de vez en cuando metes mano para ver si acabas con ellos. Pero nada allí siguen.

Un día te das cuenta que aquello esta pringoso, los dulces se han hecho un bloque pegados al mantelito de batista todo bordadito que te hicieron para el ajuar. ¡Porras! ¡Porque no los habré tirado a la basura nada más terminar la cena, la comida o lo que fuera para lo que los preparé!

Todos los años pasa lo mismo. No escarmentamos, queremos que la familia disfrute de todo lo que podamos darle, aun a sabiendo que va a sobrar.

¿Quien a estas alturas del año (abril o noviembre, da igual), no tiene en su despensa una tableta de turrón ¡entera! que destila aceite, algún polvorón en una caja de lata acompañado de una figurita de mazapán más dura que un martillo, media pastilla del de chocolate, algún trozo de esos que llevan frutas y si me apuras un poco de guirlache acompañando a otro de turrón del duro a medio roer. Alguna almendra de esas bañadas en azúcar como una piedra y hasta alguna bolita de anís? 

Una cosa que me llama la atención en estos dulces es su fecha de caducidad. Todas las tabletas de turrón ¡caducan en noviembre!, que casualidad, ninguna cumple el año. Podrían los fabricantes tener un poco de vergüenza torera, pues se nota mucho la desfachatez con la que nos tratan. Pero ahí debe de estar el negocio si la anticipan no venden durante el año y si la alargan tomaríamos el turrón sobrante

Esto es otro cantar y yo no venido aquí a dilucidar temas económicos. Tengo bastante con la compra diaria.

He mirado en mi despensa y para la próxima reunión de amigos llevaré: Una pastilla de guirlache, una caja de turrones de chocolates variados, más otra de no se que cosas, así que ¡preparaos!.

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